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¿Usas tu moto en invierno? Cinco claves para tenerla preparada

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¿Usas tu moto en invierno? Cinco claves para tenerla preparada

¿Sigues montando en moto estos días? Si eres de los que no se acobarda ante el frío y la lluvia, y continúas con tu moto en invierno, te conviene repasar algunos puntos para evitar sorpresas.

Las motos no son solo para el verano: en invierno se puede seguir disfrutando de las ventajas de andar sobre dos ruedas, evitar atascos, incluso disfrutar del bonito paisaje de esta época. Pero habrá algunos aspectos de nuestra moto que convendrá repasar, incluso alguna cosa de puesta a punto que habría que modificar para adaptarnos mejor a las condiciones existentes.

Y es que sí, en invierno hay muchos días soleados y preciosos (aunque frescos) para disfrutarlos en moto, pero también hay días de mucho frío o lluvia, e incluso los días bonitos nos podemos encontrar con mucha humedad, o placas de hielo, en zonas de asfalto a las que apenas llega el sol. Recuerda que en invierno no solo hay menos horas de día, además el sol está más bajo y por eso calienta menos. Veamos algunos puntos clave a cuidar en nuestra moto, algunas cosas relativas a mantenimiento las veremos en más detalle en una próxima entrega dedicada a quienes «no» usan la moto en esta época del año.

Ruedas: goma y presiones

Siempre digo que ahorrar en ruedas es la peor inversión posible en moto. Un coche es capaz incluso de andar relativamente bien con una rueda vieja, hasta pinchada, pero en moto el buen estado de nuestros neumáticos es crítico para nuestra seguridad. Y «buen estado» afecta a tres cosas: presión, desgaste físico de la goma y estado químico (vejez) de la goma.

Empezando por el final, unos neumáticos que aparentemente están bien (poco desgastados) pueden esconder una trampa en forma de degradación de su goma por pura vejez. Si tienes costumbre, con solo pasar los dedos sobre un neumático ya aprecias si esa goma es reciente o no, si ha estado bien conservada o no y si te fiarías de ella en una frenada o inclinación, o no. Y en invierno, sobre suelo frío, esto se agrava.

Las gomas envejecidas se notan por su superficie ligeramente cristalizada, porque el dedo resbala sobre ellas en lugar de «pegarse», porque la uña no puede clavarse. ¿El motivo? El simple paso del tiempo para empezar: a partir de los 4-5 años, las gomas pierden sus propiedades. Mira el flanco y busca las siglas «DOT», las seguirán muchas cifras, pero te interesan las cuatro últimas, pues indican cuándo se fabricó ese neumático. Las dos primeras señalan la semana del año, las dos últimas el año, por ejemplo «2412» sería a mitad del año 2012 (semana 24, junio). Además del factor tiempo, está el uso de la moto: si se aparca siempre en la calle y le da el sol, éste (y el calor) degradan mucho la goma negra; si está en una zona de más contaminación, también (el ozono por ejemplo les sienta fatal).

El tema del desgaste físico lo conoces bien: un neumático delantero cuyos flancos están «pelados» por tu pilotaje en verano, pueden darte una mala sorpresa en alguna salida invernal. Tampoco me fiaría de montar con un trasero «plano» por el uso habitual, o incluso con menos goma ya de la que debe: antes de llegar a los avisadores en el dibujo ya estás por debajo de los 1´6 mm legales. Por estos motivos, pero sin perder de vista el tema del estado de la goma (que en verano se nota menos al calentarse más el neumático y perder dureza), hacer un cambio de ruedas de cara al invierno suele ser una muy buena decisión. Pensar que puedes «ir tirando» con el frío y la lluvia, para esperar a montar ruedas frescas en primavera, aunque hay quien lo haga (allá ellos), no es lo más seguro.

En cuanto a las presiones, recuerda que se miran en frío. En esta época del año habrá menos diferencia y por ello, en principio, podrías subir alguna décima para que -en marcha- el tacto de la moto se parezca al comportamiento que tiene con más calor; es el efecto contrario al que perseguimos cuando rodamos en circuito y bajamos las presiones dos o tres décimas (ahí las ruedas se calientan mucho por los apoyos fuertes mantenidos).

Recuerda que un poco de sobrepresión hace a la moto más ágil, más ligera de dirección, más estable, pero al reducir la «huella» pierdes algo de adherencia. Hacia el otro lado, bajar alguna décima de la presión ideal aumenta la pisada y ganas agarre sobre buen asfalto, pero te costará un poco más entrar en curva y la moto subvirará más (querrá levantarse y abrir trazada) si tienes que frenar algo inclinado, en curva. Aunque pienses que con el frío y la humedad (o agua) puede interesar lo segundo (más agarre), realmente no es así: interesa que haya más presión sobre el asfalto y eso lo consigues con una pisada (huella) más pequeña, que reparta el peso en menos milímetros cuadrados. Además así la pérdida de adherencia será menos brusca: cuando estés tanteando el terreno con el freno trasero de la moto, provocando breves bloqueos, será más fácil darse cuenta de cuánto agarre dispones.

Cada neumático y cada moto, incluso cada piloto, tiene una presión ideal para cada época del año o circunstancia. Muévete en torno a las presiones recomendadas, entre una y tres décimas arriba/abajo como mucho. Pierde un poco de tiempo con esto una mañana para saber cuál es tu punto óptimo y verás cuánta seguridad ganas. Mucha gente «enreda» con las suspensiones buscando algo que nunca encuentran, incluso empeorando el comportamiento, cuando el ajuste fino de las presiones es el primer paso -y posiblemente el más importante- en la mayoría de motos de calle.

Ajuste de suspensiones

Si en nuestra moto las podemos regular, estupendo, ahora veremos cómo. Si no, la única cosa a tener presente es que si, por ejemplo, llevamos un aceite algo más denso de lo normal en la horquilla (muy típico del verano y para conducción alegre) quizás esté demasiado dura para la temperatura ambiente de invierno. Cuidado los primeros kilómetros porque, además de las ruedas frías, la horquilla más dura puede darnos un susto en forma de bloqueo súbito frontal al tocar frenos.

En las suspensiones regulables, tenemos dos factores: el muelle de un lado, que sirve para controlar cómo se reparte la carga de la moto entre las dos ruedas (y con ello la altura de cada tren), y los hidráulicos del otro, que controlan cómo «frenan» los movimientos de hundimiento («compresión») y recuperación («extensión») de la suspensión.

La precarga de muelles nos puede ayudar a bajar la moto (aflojando) si no somos muy altos: con el suelo resbaladizo esto puede ser más importante que en verano. La moto, además, tenderá a «moverse» más, es decir hacia adelante al frenar y atrás al acelerar, que también puede ser interesante para tener (un poco) más de agarre en cada eje, en cada circunstancia respectiva. Si queremos esto, también convendrá «soltar» un poco los hidráulicos (si tenemos regulación de ambos), pero sin pasarse: una moto muy suelta delante querrá subir de horquilla al soltar frenos (descargando la rueda delantera justo al entrar en curva, mal asunto) y si la suspensión trasera es rebotona tampoco tranquilizará. Partir de los reglajes «suaves» del manual y retocar al gusto es el mejor consejo.

Frenos, transmisión y suciedad

En invierno las carreteras se mojan, y en zonas de frío intenso se cubren de sales para evitar las heladas. La combinación del agua con la suciedad del suelo y las sales -afortunadamente cada vez menos sal marina y más sales menos corrosivas- «bañan» nuestros discos de frenos y la cadena (si nuestra moto tiene) y su efecto es muy perjudicial. Norma número uno si usas la moto en invierno: lávala con frecuencia, sobre todo las partes metálicas, los bajos (motor, cárteres) y, por supuesto, los discos de freno y la cadena. Usa después aceite de silicona (el que deja una capita invisible de protección) en las zonas expuestas y tu moto parecerá como nueva siempre.

Tras el lavado, la cadena podemos dejarla perfecta con una rociada de WD40 o similar, secado con trapo y engrase final con grasa especial. Si te llueve varios días seguidos, no esperes a los 500 o 1.000 kilómetros de rigor para lavarla y engrasarla: hazlo ya para que la porquería no se incruste demasiado profundamente. Recuerda, por cierto, que la cadena siempre se limpia antes de engrasarla. No hacerlo no solo es una guarrada (sí), sino que explica el que a algunos las cadenas nos duren varias decenas de miles de kilómetros, y a otros únicamente miles de kilómetros.

En los discos, para estar seguro de tenerlos perfectos, puedes usar limpiador tipo «contact cleaner» (o específico de discos de freno que será lo mismo, un disolvente) y así eliminas toda traza de grasa, además de la suciedad y sal (en el lavado previo). Si llevas latiguillos metálicos en tu moto, recuérdalo en marcha dejando margen y practica frenadas fuertes cuando no haya nadie alrededor. El tacto más brusco podría pasarte una mala jugada en caso de emergencia y es mejor haberlo practicado antes y conocer bien el momento en que las pastillas muerden al disco.

Luces y batería

Siempre son importantes en moto, pero en invierno las malas condiciones de visibilidad, y las pocas horas de día, nos dejan a merced de nuestro sistema eléctrico: no te puedes permitir que te falle una luz. Repasa por ello que todas funcionan (se tarda un minuto en el garaje antes de salir) y si tu moto es de las que funde el piloto trasero con frecuencia, sería inteligente cambiarlo ahora para que no te deje «invisible» cualquier día, o noche, de éstas. Hablando del piloto trasero, si vives en zonas de niebla frecuente puede ser buena idea cambiar la regulación del interruptor del freno trasero (suele ser una pieza de plástico roscado fácil de mover) de forma que encienda con solo acariciar el pedal (y no estar pues frenando todavía). Esto te servirá de «antiniebla trasero» en esas condiciones, apoyando ligeramente el pie derecho.

Existen recambios con LED en lugar de bombillas tradicionales. En teoría son perfectas, porque dan más luz, consumen menos y no se funden. En la práctica, muchas vienen de China con tan baja calidad que ya me he encontrado unas cuantas con diodos que fallan (usan varios en una plaquita) y me ha tocado volver a lo «viejo conocido».

La batería de la moto funciona con química y el frío reduce su actividad, perdiendo capacidad y voltaje. Si ya estaba justita en verano, no mejorará en invierno, al contrario. Si no puedes tenerla con un cargador con modo de mantenimiento en el garaje (es lo ideal, pero tiene que ser «tu» garaje claro) ten presente darle alguna carga en casa (desmontada la subes), o decídete, anticipa y evita ese día de quedarte tirado, y cámbiala. Las de litio son caras pero duran mucho más, aparte de aligerar la moto en algunos kilos. ¿Cómo saber si la batería está floja? Pues además de por cómo arranca (enérgicamente o agónicamente), con un voltímetro. Por la mañana, antes de dar al contacto, mide entre bornes; por encima de 12´5-12´6 V está bien (12´8 o algo más es «nueva»), por debajo de 12´3-12´2 V está mal.

Mandos

Es bueno recordar engrasar de vez en cuando los mandos de la moto: manetas, cables, palancas, pedal, también el caballete o la pata de cabra, y esta época del año es el mejor momento para hacerlo. Así protegeremos esas articulaciones de la suciedad (y sal) que pueda llevar hasta allí el agua de lluvia.