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Acerbis es uno de los primeros operadores del mundo en el procesamiento y moldeado de materiales plásticos, aunque también produce ropa deportiva para los motoristas y accesorios para el mundo de las dos ruedas. Acaba de cumplir medio siglo de vida y qué mejor forma que celebrarlo por todo lo alto que consiguiendo un asombroso Récord Guinnes a través de la iniciativa AC50.
La empresa no era sencilla, pero desde Acerbis se habían propuesto conseguir superar la mayor distancia recorrida por una moto de combustión interna sin repostar. Para ello han contado con tres expertos pilotos. Por un lado, la presentadora del podcast de Prisa Motor De 100 a 0, Alicia Sornosa. Que, entre otras, también cuenta en su haber con la marca de ser la primera mujer hispana en dar la vuelta al mundo en moto en solitario.
Los otros socios en esta aventura han sido Andrea Rastrelli, piloto y apasionado de las motos, y Maurizio Vettor, periodista y piloto probador. Entre los tres se han encargado de cubrir la distancia entre Albino (Italia) y Cabo Norte (Noruega) para realizar los 4.183,8 kilómetros que separan las dos poblaciones y que ha quedado impresa en letras de oro en el diploma del Récord Guinnes.
Un depósito alrededor de una moto
El modelo elegido para efectuar esta extensa aventura fue una Honda Monkey 125. Al pequeño modelo de la firma japonesa se le despojó de todo lo superfluo, quedando únicamente el motor, el chasis, el basculante con la rueda trasera y la horquilla con el manillar y la rueda delantera. Alrededor de estos componentes se construyó un depósito (una de las espacialidades de Acerbis) empleando tecnología rotacional y acoplándolo a la Monkey.
El resultado fue un gran depósito que rodeaba la pequeña motocicleta. Lo cuenta así Sornosa: “En realidad íbamos subidos encima del depósito de gasolina. Construyeron una pequeña zona acolchada para sentarse con comodidad encima de toda la estructura, que hacía las veces de enorme depósito”.
La motorista recuerda cómo era el depósito: “El tanque de gasolina, el más grande jamás construido para una moto, tenía 108 litros de capacidad, 20 veces más que el de serie, que dispone de tan solo 5,6 litros de combustible. Con esa cifra se selló (vigilado por los jueces del Récord Guinness) en Albino, en la sede de Acerbis e iniciamos el viaje”.
Aunque un pequeño inconveniente le surgió al ir gastando la gasolina: “El problema vino cuando la gasolina iba bajando, tras el paso de los kilómetros, y la altura de la moto iba subiendo. Aunque la moto era bajita, yo también lo soy y al ir consumiendo gasolina, llegó un momento en que no llegaba bien con los dos píes al suelo (risas)”.
Rumbo al norte
El viaje no ha sido todo lo cómodo que cabía esperar. La Honda Monkey se comportó estupendamente, pero para no gastar más de la cuenta, la velocidad media no ha superado los 70 km/h. Con esos guarismos por las autopistas del norte de Europa, les adelantaban hasta los camiones, con el consiguiente peligro. Se eligió la ruta por autopistas, en detrimento de las carreteras secundarias, ya que era más sencillo mantener una velocidad constante para consumir lo menos posible.
Sornosa recuerda bien las distintas situaciones del viaje: “Participar en este especial aniversario de Acerbis, consiguiendo el Récord Guinness, ha sido toda una aventura. Lo más complicado durante el viaje ha sido mantener la velocidad constante, haciendo un uso muy racional del gas para mantener la media de consumo. Unas jornadas agotadoras, en la que cada uno pilotábamos cuatro horas diarias, aunque para mí, lo peor no era estar sobre la AC50, sino cuando tocaba cambiar de conductor y pasar al coche de apoyo”.
También hace hincapié en los jueces que han vigilado en todo momento el desarrollo de la aventura: “La mecánica de fiscalización de Guinness es exhaustiva, cada 15 minutos se tomaban vídeos de la moto en carretera, pasando por algún cartel y terminando el video con imágenes del navegador, para comprobar que la moto ha estado rodando y no se metía en ningún remolque o camión para evitar hacer kilómetros”.
Llegada triunfal y Récord Guinness
Tras seis intensos días, en el que cada piloto hacía dos turnos de dos horas seguidas encima de la Honda Monkey, pudieron llegar hasta Cabo Norte, en Noruega. En total los pilotos se repartían 12 horas diarias con la moto circulando. El resto era para descansar con la moto guardada en una furgoneta de apoyo y los jueces del Récord Guinness vigilando que no se manipulara nada.
El primer intento de alcanzar la famosa bola del mundo, situada en Cabo Norte, tuvo que posponerse. Sornosa lo recuerda así: “Tuvimos que abortar el primer intento. Los vientos de 90 km/h y fuerza 10 me lo pusieron muy difícil, ha sido de las veces que más he luchado contra el viento en moto. En esos 35 últimos kilómetros la moto casi no pesaba al quedar ya muy poco biocombustible en el depósito, unos 10 litros”.
Y continúa: “Hubo un momento que ni en segunda acelerando la moto se movía, el equipo temió por mi integridad. Conseguí entrar en el último túnel de milagro y ahí se decidió detener la ruta. El juez también estuvo de acuerdo en parar. Nos fuimos al hotel a dormir, y al día siguiente, regresamos a ese punto exacto medido por GPS y volví a salir hacia la famosa bola de Cabo Norte. El segundo intento fue el bueno”.
“Desde Guinness nos permitieron retomar donde lo dejamos a las 5:00 del día siguiente, recorrer los 35 kilómetros con un poco menos de viento y arribar hasta la bola de Cabo Norte. Llegué superemocionada y no pude evitar llorar”.
1.000 kilómetros más
Los 4.183,8 kilómetros recorridos entre la sede central de Acerbis en Albino (Italia) y Cabo Norte (Noruega) superan el anterior récord de la mayor distancia recorrida con solo un depósito, en unos 1.000 kilómetros. Pero ahí no acaba la cosa. Tras llegar la motorista en su turno triunfal a la bola de Cabo Norte, a la pequeña Honda Monkey todavía le quedaban algunos litros de combustible en el depósito y decidieron continuar para ver dónde se acababa.
Sornosa pone el énfasis en que consiguieron recorrer más de 1.000 kilómetros extra hasta que la motocicleta dijo basta y se detuvo: “El viaje lo comenzaba el piloto Andrea Rastrelli y lo terminó Maurizio Vettor, al que se le acabó la gasolina en el kilómetro 5.412. Toda una hazaña para una motocicleta. Es mucho más con un solo depósito de la distancia que separa, por ejemplo, Madrid de Moscú”.
Por cierto, el combustible empleado en este desafío también era especial. “La gasolina la sirvió Repsol. Se trata de un biocombustible fabricado con residuos vegetales, como el aceite de cocina usado. Una de sus grandes características es que durante su producción absorbe CO₂. Es un combustible que ya se está utilizando en la Fórmula 4 y este viaje también ha supuesto un gran banco de pruebas para que estos combustibles verdes puedan sustituir a los actuales”, relata Sornosa.